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Días atrás, un mayor del ejército norteamericano,
angustiado por la noticia de que sería destinado a Afganistán, disparó
contra sus camaradas de armas en la base texana de Fort Hood, matando a 13 personas
e hiriendo a 29. El militar, un devoto musulmán hijo de palestinos, es psicólogo
de profesión, y tenía asignada la tarea de ¡preparar a los soldados a enfrentar
los terrores y exigencias del campo de batalla! Por coincidencia, por esos días
yo escuchaba un disco con grabaciones de Luca Prodan hacia 1983-83, “Perdedores
hermosos”, que incluye un cover de un gran tema de Lou Reed, Billy,
que me pareció un adecuado comentario de la situación. De él nos pasamos a ocupar. [Nota del 18/08/22: se hicieron algunos ajustes y correcciones a una nota que tiene ¡13 años! Lou Reed murió en 2013].
Lewis “Lou” Allan Reed nació el 2 de marzo de 1942, en el seno de una familia judía del barrio neoyorquino de Brooklyn. Su adolescencia transcurrió entre los golpes de electricidad del salvaje y naciente rock and roll que escuchaba en la radio y los de la terapia electroconvulsiva que le fue aplicada para, supuestamente, curarlo de sus problemas de depresión, ansiedad y ataques de pánico. Usaría la experiencia para escribir la canción Kill your sons: entonces creía que la razón para ese cruel tratamiento, nada desusado a mediados del siglo pasado, eran algunas tempranas experiencias homosexuales. Su hermana niega esto rotundamente. Tal vez el recuerdo sesgado sea más bien un producto de la pérdida de memoria ocasionada por el electroshock y una racionalización motorizada por la ira de haber tenido que pasar por experiencias semejantes.
Luego de estudiar escritura creativa, periodismo y dirección cinematográfica
y conducir un programa musical nocturno en una emisora universitaria, consiguió
un trabajo como compositor para el sello Pickwick Records. Tras conocer a John
Cale, un músico de vanguardia nacido en Gales, formó en 1966 Velvet Underground, una banda que fracasó comercialmente pero que dejó
una huella imperecedera en la historia del rock, tanto por sus letras, que retrataban
con distancia cínica un submundo nocturno
de adictos, dealers, fetichistas, sadomasoquistas, niñas ricas aburridas, bohemios
sin un cobre y pubs de mala muerte, como por su música,
precursora a la vez del glam, el punk
y el noise.
Lou Reed dejó el grupo en 1970 para trabajar como mecanógrafo en la firma
contable de su padre, decisión que revela el grado del impacto popular que
De “Sally can’t dance” extraemos esta impecable letra cantada, como es común en Reed, sobre una base de acordes repetitiva y bastante simple, tocada en guitarra acústica y acompañada por un saxo: uno siempre está al borde de confesar que disfruta más leer a Lou que escucharlo. (Ups). La producción del tema, como la de todo el disco, siempre le desagradó profundamente, debido a que la búsqueda de éxito comercial impuesta por la grabadora evitó prolijamente correr riesgo alguno. ¡Como si esta letra brillante no resistiese cualquier producción! Notemos además cómo el autor proyecta en el personaje de Billy algunas de las peores sensaciones que le dejó la terapia de shock. Sólo que Reed sí se recuperó. Bueno, sort of.
Billy era un buen amigo mío.
Crecimos juntos desde que teníamos
nueve años.
Fuimos a la escuela, era mi
mejor amigo
y yo pensaba que nuestra amistad
no terminaría nunca.
En la secundaria él jugaba al
fútbol
y yo, bueno, no hacía nada de
nada.
Él iba a entrenarse mientras
yo jugaba al pool
y nadie hubiera entendido cuál
de nosotros dos era el tonto.
Él estudió medicina, mientras
yo… ya sabés.
Él coleccionaba los 10 y yo
los aplazos.
Él estaba por recibirse
cuando yo decidí abandonar.
Entonces decidí abandonar.
Las cosas se estaban poniendo
calientes.
Billy se quedó, primero como
pasante y luego como doctor
Entonces comenzó la guerra y
él tuvo que ir
pero yo no, no era mentalmente
apto, o algo así dijeron ellos.
Él tenía los nervios destrozados,
yo no.
La última vez que lo vi no lo
pude soportar.
No era el Billy que conocí,
era como hablar con una puerta.
Billy era un amigo mío.
Crecimos juntos desde que teníamos
nueve años.
Fuimos juntos a la escuela
y ahora a menudo me pregunto
cuál de nosotros dos era el tonto.
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