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QUE SEA AL SOL


Por el doctor Alan Grant

Hubo una época en que unos cuantos espíritus inquietos buscaron trascender la alienación del modo de vida urbano, consumista, gris y represivo, por la vía del retorno a la naturaleza. Algunos de ellos intentaron vivir ese sueño en comunas como las de El Bolsón o Arembepe; Miguel Cantilo, un gran compositor de redondas canciones con vida propia, contó esa experiencia en dos muy buenos discos de mediados de los años '70. He aquí una revisión de los mismos, "Miguel Cantilo y Grupo Sur" y "Miguel Cantilo, Jorge Durietz y otros Apóstoles".

MIGUEL CANTILO Y GRUPO SUR
Miguel Cantilo y Grupo Sur - Trova 1975 (reeditado en CD por Viajero Inmóvil Récords - 2004)

MIGUEL CANTILO, JORGE DURIETZ Y OTROS APÓSTOLES
Pedro y Pablo y Otros Apóstoles - Buenas Ondas Discos 1981 (reeditado en CD en 2004)

El dúo de Miguel Cantilo y Jorge Durietz, Pedro y Pablo, editó su primer disco en 1970. Entonces estaban más influidos por la canción francesa o el café concert que por el rock: el resultado era extraño, porque un marco musical algo naif se contraponía a letras muy politizadas ("Marcha de la bronca") o al menos críticas ("Yo vivo en esta ciudad"). El dúo sufrió durísimos embates de la censura y tuvo muchos problemas para trabajar con continuidad: su segundo disco, "Conesa", demoraría en aparecer hasta 1972.

Pero en ese entonces Cantilo y Durietz habían entrado en contacto con la gente de La Cofradía de la Flor Solar, un colectivo artístico de La Plata que había editado un disco en 1971, y en el que harían sus primeros pininos unos chicos que luego se harían conocer como Skay Beilinson y Rocambole. La Cofradía influyó a Pedro y Pablo tanto en el aspecto musical (un marcado viraje hacia el rock) como en el ideológico: así el dúo hizo propios los ideales del hippismo, de vida comunal, no violencia, conexión con la naturaleza, autoexploración interior y rechazo a la alienación urbana. (De hecho, "Conesa" era el nombre de la calle porteña donde estaba la casa en la que el grupo vivía en comunidad, y donde había una sala de ensayos por la que más de una vez pasó otro famoso dúo: Sui Generis).

Por esos años, el rechazo al consumismo, la injusticia, la tristeza y la mojigatería clerical que, con sus más y sus menos, caracterizaban a la sociedad occidental, se expresaba en muy diferentes sueños utópicos. El hippismo era uno, pero el que arrebató a la mayoría era hijo de la Revolución Cubana, y su consiguiente mito de la vanguardia romántica que abandonaba las comodidades de la vida burguesa para imponer el socialismo por la fuerza de las armas. Esa utopía había nacido de lecturas de autores como Franz Fanon o Herbert Marcuse; la otra había leído a Hermann Hesse, Gurdieff, Thoreau, la poesía sufí. Donde en una había una exaltación de la violencia, en la otra había un misticismo algo ingenuo pero fundamentalmente pacífico. Donde en una se soñaba con una sociedad industrial sin clases sociales, en la otra se anhelaba un mundo de comunas agrarias donde los hijos crecieran en contacto con la naturaleza. Ambas utopías terminaron capitulando: pero si Napoleón pudo decir que en la campaña de Rusia lo derrotó el General Invierno, los jóvenes del '73 que pudieron sobrevivir a la máquina de matar terminaron rendidos a los pies de altos oficiales con apellidos como Armani, McDonald's o Sony. Hasta sus triunfos pueden ser vistos como fracasos camuflados, a la luz del altísimo costo pagado: la noción de vida sana y natural hoy sirve para promocionar un spa de lujo o no menos caros productos rotulados "orgánicos". La intolerancia a la homosexualidad desapareció no bien se comprobó que los productos para gays y lesbianas eran un mercado floreciente. No hablemos de la libertad sexual o los circuitos culturales "independientes": son hoy excelentes oportunidades de negocios.

Pero paremos un poco con el cinismo. Durante ese sangriento y politizado 1972, buena parte de la gente de la casa de Conesa (aunque no Durietz, por ejemplo) se fue a Las Golondrinas, en el paradisíaco Valle de El Bolsón, en los Andes Patagónicos, a hacer realidad el sueño de transformar el mundo por la vía del cambio interior. Allí encontraron a muchos de los miembros del primer elenco argentino de la ópera rock "Hair", que ya estaban desde hacía unos meses. Cantilo y el guitarrista de La Cofradía, el dotado Kubero Díaz, cultivaban la tierra, amasaban pan, leían, miraban arrobados el límpido cielo patagónico, vivían con alegría el amor y el descubrimiento de la paternidad... y componían canciones: en general Kubero hacía la música y Cantilo la letra. Ambos escuchaban en esos días los primeros discos de Led Zeppelin: una enorme banda inglesa que hacía un rock vital y desenfrenado que no perdía por ello elaboración, y no despreciaba experimentar con tranquilas baladas folk de influencia celta como "The battle of Evermore". Hubo a los pocos meses un par de viajes más, a un pueblito de pescadores en Bahía, Brasil, llamado Arembepe. Al regresar, Kubero se fue a tocar con La Pesada del Rock and Roll (que además le ayudaría a grabar su disco solista, donde hay un par de los temas compuestos en El Bolsón) y Cantilo buscó una banda con la que interpretar las canciones que tenía.

En ION, en diciembre de 1973, Cantilo grabó ocho temas en apenas 26 horas, con la participación de Willy Pedemonte en guitarras eléctricas, Alejandro Marassi en bajo y Diego Villanueva en batería, además de invitados como Jorge Pinchevsky en violín y dirección del coro, Gastón Cubillas en saxo, Isa Portugheis en tablas y voces y María José Cantilo y el ex Cofradía Morci Requena en coros, entre otros. Por diversos problemas, el disco recién sería editado por Trova en 1975.

Durante 1974 Cantilo se reencontraría con Durietz y los dos decidirían hacer un disco en conjunto con la gente de La Cofradía, básicamente Kubero Díaz, Morci Requena, Quique Gornatti y Rubén Lezcano. Entre los invitados estaría el infaltable y querible Jorge Pinchevsky, y Charly García, en piano en un tema y sintetizador en otro. Fue grabado en enero de 1975, gracias a la ayuda de Piero. En términos de edición, le fue peor aún que "...Sur": recién vería las bateas en 1981. (Tal vez esta circunstancia dé una idea de cómo se tenía que trabajar en aquellos años: el día en que se terminó el disco, todos los músicos fueron a parar a... la comisaría). Hoy son difícilmente conseguibles, y si no fuera por la gente de Viajero Inmóvil, que los reeditó en CD en 2004, apenas ocuparían unas líneas en cualquier historia del rock argentino de la época.

LOS DISCOS

Ambos discos nacen del magma que hemos descripto, y comparten como característica más notable la alegría: para emplear una palabra que suele aparecer seguido en las letras, se percibe la felicidad de la armonía con el mundo. Las canciones son frescas, de bellas melodías, y las armonizaciones son simples y ricas a la vez.

"Miguel Cantilo y el Grupo Sur" combina dulzura folk y golpes de psicodélica electricidad, y evoca a Led Zeppelin tanto en su vertiente eléctrica como en la de sus baladas bucólicas, además de coros muy hippies que remiten inmediatamente a la citada ópera "Hair". Comienza con "Sur alabanzas", de Cantilo y Kubero, tema que preanuncia el tono del disco, con un comienzo delicado y un estallido rockero posterior, además de una letra poblada de invocaciones a la naturaleza. Le sigue "Naturángel", también de Cantilo y Kubero, con sus metáforas herederas del panteísmo persa ("Qué es lo que tenemos en común / con el árbol, la piedra y la luz / Somos parte de lo mismo / todos Dios y todos Unidad"). El lado A cierra con dos cálidos temas de Miguel, dedicados a la madre de su hijo (la maravillosa e íntima "Musi") y a su propio vástago (la balada acústica "Demián").

El lado B es más explosivo, aunque arranque con una bella canción acústica, "Una manera de llegar", de Cantilo y Kubero, que éste también grabara para su propio disco. Sigue un gran tema de Cantilo que evoca al Pedro y Pablo más político: el rock "La leyenda del retorno", y su retrato de la alegría popular tras el retorno de Perón al país en noviembre de 1972, tras más de 17 años de exilio. Luego viene el mejor tema del volumen y una de las grandes canciones secretas del rock argentino, la esperanzada "Algo está por suceder", con un tempo algo menos urgente que el de la versión solista de su coautor Kubero Díaz pero con la misma hermosa progresión de acordes del estribillo. Cierra dignamente el disco la rockera y desatada "Las imágenes que ves entre las nubes". En síntesis, una gran obra.

"Apóstoles" se diferencia del anterior en que es menos rockero y mucho más acústico, pero sin caer en excesos de melancolía. El himno idealista "Que sea el sol", el más conocido de los temas del disco (grabado en 1981 y agregado de apuro para la demorada edición del disco) es el encargado de abrirlo en gran forma. Hay un par de temas que apuntan sus dardos contra los rituales caducos de la sociedad, pero no lo hacen yendo al choque: "El adolescente" de Cantilo y "Compréndalo señor" de Jorge Durietz (esta última, una canción de muy inspirada melodía) son casi compasivas. Por el contrario, "Arembepe" transmite cabalmente esa felicidad y armonía de la que hablábamos, al igual que dos nuevas joyas fruto de la dupla creativa Kubero - Cantilo: "Fuego, agua, aire y tierra" y "Amasando pan". Completan "Apóstoles" un tema de Durietz ("El chicuelo") y otro de Cantilo y Durietz ("La carroza").

A fines de 1975 Cantilo se fue de un país que estaba a punto de entrar en la noche más negra de su historia. Con unos pocos dólares en el bolsillo y una guitarra se fue a Bolivia y luego a Colombia, terminando de recalar en España en 1976, donde se juntaría con otros náufragos como Miguel Abuelo, Kubero Díaz o Morci Requena, y más esporádicamente, con gente como Piero o Moris. Armaría una banda new wave (Punch) que en su regreso a Argentina hacia 1979-80 la pasaría bastante mal por la incomprensión del público de rock (la intolerancia inducida desde el poder había penetrado profundamente incluso en la piel de quienes se le oponían). Hacia 1981-83 hubo un retorno de Pedro y Pablo, con un buen disco de estudio ("Contracrisis"), reediciones ("Apóstoles"), compilaciones y muchas actuaciones en vivo. Pero cuando Miguel quiso iniciar su carrera solista, los vientos cambiaron de dirección: Pedro y Pablo pasó a ser un producto de otra época, mientras que el éxito sonreía a novísimas bandas... new wave. (La historia del rock está llena de malos chistes de este tipo).

Pero ésa es otra historia.

He aquí el vínculo al sitio oficial de Miguel Cantilo.

Abajo se transcriben algunas letras, bastante difíciles de encontrar en Internet como no sea en este sitio amigo.

LA LEYENDA DEL RETORNO
(Miguel Cantilo)

Convoquen a los pavos reales
Y a las hormigas beligerantes
Tomen precauciones nucleares
Y detectives particulares.
Los falsos dioses de aire, tierra y agua.
Vencieron el hechizo que reinaba.
El gran cacique vuelve del exilio
Manos al cielo, padre de los indios.
¡Traigan al líder, traigan al líder!.
¡El pueblo lo quiere vivar!.
"Vine ante todo para destapar la pipa de la paz"
Un par de recitales voy a dar antes de continuar.
Olvidemos los rencores, compañeros y señores.
Con el gran jefe del ejército tengo que zapar.
La sonrisa serena de los sabios.
La fatiga de abuelo entre los labios.
Y muchísimos años.
Y muchísimos años.
Convoquen a los ángeles reos.
A los cirujas y a los ateos.
A las sacerdotisas del puerto.
Y al cazador de espíritus muertos
La muchedumbre jubilosa canta.
Alrededor de la fogata santa.
Tres guerreros ahumados.
Manejan el asado
Tres guerreros ahumados.
Manejan el asado.
¡Traigan al líder, traigan al líder!.
¡El pueblo lo quiere vivar!

AMASANDO PAN
(Música: Kubero. Letra: Cantilo)

Paso la tarde amasando pan
Siete palomas blancas al pasar
Cuatro caballos entran a pastar
Paso la tarde amasando pan
Amasando pan
Arriba el sol ilumina
Por la montaña camina
Paso la tarde amasando pan
Meto en el horno palos de radal
Masa de trigo, masa de maíz
Cuarto creciente, sonríe feliz
Pasa la tarde, pasa la perdiz
Paso la tarde amasando pan
Arriba el sol ilumina
Por la montaña camina
Cae la tarde y declina
Púrpura luz encandila

COMPRÉNDALO SEÑOR
(Jorge Durietz)

Óigame señor, no ve que su sabor
Se está volviendo amargo
De trabajar tan largo
Mire su color, qué pálido señor
Le faltan mediodías
Le sobran noches frías
Caminar, casi deshecho y encontrar
El frío lecho donde
Su soledad se esconde
Lágrimas, de lluvia cómplices del mar
Rodaron en penurias
Sus horas para amar
Mágica mi luna, lúcido mi sol
No quiero más fortuna
Compréndalo, señor

ALGO ESTÁ POR SUCEDER
(Música: Kubero. Letra: Cantilo)

Han pasado tantos años de silencio y enemistad
Las centurias y las horas se han perdido en la eternidad
Y los hombres han abierto
Sobre el cuerpo de la tierra
Cicatrices de países y ciudades de metal
Procesiones de rodillas
Caravanas de ambición
Batallones de conquista, autopistas hacia el sol
Todo el oro por los poros de su piel
Pero hay algo que los astros nos están profetizando
El milagro ya se acerca, algo está por suceder
Algo está pos suceder, algo está por suceder
Ese sol que mama nieve de las cumbres hoy en el sur
Se entreteje con las nubes que nos chupan hacia la luz
El mensaje formulado de los árboles al viento
Cuyo aliento guía al pájaro de negro delantal
Es el jote que conduce tu camino hacia el lugar
Mientras arde la armonía y a tu paso sideral
Nada sobra, todo cobra su lugar
Pero hay algo que los astros nos están profetizando
El milagro ya se acerca, algo está por suceder
Algo está por suceder, algo está por suceder

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