Reseña crítica: Un buscavidas, Jim Carter (Spencer Tracy), trabaja como fogonero en un crucero de placer pero pierde el puesto cuando se descubre que había fingido un hueso roto en su brazo. Ante las risas de mofa de los pasajeros Jim los desafía a que un día él estará en el lugar de ellos y viceversa. Más tarde, consigue empleo en una atracción de feria, "El Infierno del Dante", regenteado por el afable Pop McWade (Henry B. Walthall), apasionado de la inmortal obra de Dante Alighieri. A pesar que Pop ofrece valiosas pinturas y esculturas que muestran a Cleopatra, Dante, Virgilio, Alejandro Magno y Salomé, hay pocos interesados en recorrer ese "infierno". Recurriendo a su picardía, Jim pregona a los paseantes y logra atraer la atención recalcando los aspectos sensacionalistas del show. Jim se enamora de la hija de Pop, Betty (Claire Trevor), contrayendo matrimonio para delicia de Pop y del resto de los feriantes. El tiempo pasa y el ambicioso Jim propone al resto de sus colegas invertir en una nueva y "dantesca" atracción, un espectacular y masivo Infierno que permita mejorar el reparto de ganancias. El único que no se anima a participar es Dean (Robert Geckler) en cuya "chute-the-chutes" (una especie de montaña rusa fluvial) se proyecta levantar la edifición. Respaldado por la mayoría, Jim perjudica a Dean y le niega más tiempo para mudarse, adquiriendo compulsivamente su permiso para operar la atracción y virtualmente dejándolo en la calle. El nuevo Infierno del Dante, que será "educativo, motivacional y sensacional", se estrena con toda pompa con Pop caracterizado como el poeta Virgilio y guiando a los visitantes por las ornamentadas y fastuosas catacumbas de los diferentes círculos infernales. Desesperado por haberlo perdido todo, Dean se lanza al vacío en el infierno de los suicidas. Este incidente luctuoso no detiene a Jim que, convertido en empresario, aspira a construir un lujoso buque casino con que atraer a clientes de mayor poder adquisitivo. A pesar de un derrumbe en la feria que deja herido a Pop, del posterior suicidio del inspector de obras (Willard Robertson) encargado de certificar la habilitación de la construcción -sobornado por Jim- y del divorcio de Betty, que se marcha decepcionada y asqueada, el "SS Paradise" es botado para su viaje inaugural. El cénit de este espiral de tragedia moral y material ocurre durante la primera noche en alta mar en la que, tras el estimulante número de baile de Gary Leon y Margarita Cansino (la futura Rita Hayworth, que baila como los dioses), se desata un aterrador incendio que opera como climax previsible pero grandilocuente. Tomando elementos de la crónica diaria, como el hundimiento del "SS Morro Castle" en 1934 y la ola de "kidnappings" (secuestros infantiles), la trama no deja de ser ese típico "camino a la ruina", tan en boga por la época. El film termina siendo una elíptica aunque desigual excusa argumental para enmarcar la más notable secuencia inspirada en la "Divina Comedia" consistentes en 8 minutos de metraje que, combinando miniaturas, trucos visuales y escenas de masas, logra un notable techo de tensión y emoción. Superando el problemático escollo de la Liga de Decencia, que no iba a permitir la exhibición de ningún desnudo (y, como podrán ud. imaginarse, todos los condenados del Infierno del Dante deben estarlo) y que exigió que la conclusión fuera moralizante, la realización de Harry Lachman se alza como una valiosa rareza en todo sentido. [Cinefania.com]
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