MALAMBO (1942)
Alberto De Zavalía
Protagonizada por:
Delia Garcés
Oscar Valicelli
Milagros De La Vega
Orestes Caviglia
Alberto Bello
Estudios: EFA (Prod.)
País: Argentina
Estreno: 30 de Octubre de 1942
Duración: 99'
Género: Fantasia
Una anciana cuyos “ojos se pudrieron de tanto llorar”, jura mantenerlos ocultos hasta que sus muertos sean vengados. Malambo, su vigoroso hijo mayor, anima a los campesinos a reaccionar a través de una memorable arenga: “Yo soy el hijo de Gaspar Taboada y vengo a vengar a mi padre. ¡Y a todos nuestros muertos! ¡A los hombres y a los niños muertos de sed! ¡Y a todos! A los pájaros muertos en sus nidos rotos. ¡Y a los árboles muertos para que se hincharan de plata los hombres del Sur! Vengan... ¡Haremos pedazos la tierra sinfín! ¡Arrancaremos las vías del tren que fue nuestro enemigo! Y cuando esté en llamas, iremos al obraje y yo mismo mataré al patrón y a su hija, Urpila, la Paloma...” Conocido como Runa Uturunco, es decir, la encarnación de un mitológico hombre-tigre, Malambo se convierte en paladín de esos campesinos hacinados y sedientos por falta de agua, sea potable o de lluvias. Enfundado en una piel de tigre que lo torna indestructible, avanza hacia el capataz y, a pesar que éste se defiende a balazos, le encaja un hachazo mortal. Acto seguido los sublevados obstaculizan las vías con un tronco, detienen el ferrocarril y sacían su sed con un tanque de agua. Llegan el Patrón y sus esbirros a los tiros y el que recibe un balazo mortal es, previsiblemente, un niño. Iracundo, Malambo trata de repetir la hazaña anterior, pero esta vez un disparo en el hígado lo deja fuera de combate y provoca el desbande de los campesinos. Urpila, la cieguita, recoge al herido y lo atiende con tanta dedicación que no solo lo cura sino que lo enamora. En la víspera de la boda entre ambos jóvenes, aparece la madre vengativa que toma la palabra y, a través de un memorable flashback, explica su angustiante pasado. Vemos la llegada del Patrón, su arrogancia y el comienzo de la tala. También la muerte de su hija y su esposo; la criatura en su cuna cuando le cae un quebracho encima, y el marido a manos del propio Patrón en desigual pelea. Acusando a su hijo de traidor, la madre se pone intolerante: “La tierra está maldita como yo, que no tengo lágrimas para llorar”. Urpila, conciliadora, trata de apaciguar a la desdichada anciana y le ruega la conduzca a donde están sus muertos para rezar por ellos. ¿Y quién mejor para hacer ver a una persona que no quiere ver que alguien que no puede ver? Y mientras Malambo persigue al Patrón, que se desbarranca desde una pila de troncos, Urpila se sacrifica y se hace lluvia; una lluvia sanadora porque resuelve los pesares de la gente pero también amarga para el pobre Malambo cuya felicidad – literalmente – se evapora.
Como los grandes relatos, toda la trama es narrada por un anciano al aguaterito (Tito Alonso), en torno a un concurrido fogón. Uno de los asistentes es un viejo emponchado (Orestes Caviglia) que también interviene como espectador en los episodios y de vez en cuando da alguna opinión. El film discurre con una fluidez inusual para su época. El realizador tradujo con acierto el espíritu poético de la historia a la pantalla. Los números musicales consisten en interludios de Delia Garcés al arpa y no entorpecen el relato sino que refuerzan el ámbito mítico en que todo ocurre. Oscar Valicelli, de comandante apostura, marcha por la selva y se entrevera varias veces con la Virgen Morenita, de extendida devoción en todo el Norte del país. Nelo Cosimi está acertado en su rol de villano, débil en solitario (dos veces que intenta talar un quebracho él solo, su herramienta se quiebra) y fuerte al frente de sus peones. Milagros de la Vega, como la madre de “ojos que no quieren ver” hace lo que puede para expresarse sin su mirada como recurso.
La fotografía tuvo tres maestros: Antonio Merayo y Roque Funes para interiores y el español José Suárez para exteriores. El resultado es notable, con la aplicación de ese juego de cuidadas composiciones de masas o grupos tanto en estudios o aire libre con primeros planos de gran expresividad que, legado del cine soviético, es la receta del Cine mismo. Alberto Ginastera demuestra no solo ser uno de los grandes compositores de la historia sino un excelente compositor para cine, evitando que su partitura se eleve por encima del film al que está destinado a acompañar (no puede decirse lo mismo de Bernard Herrmann, por ejemplo).
En su época, a pesar de ser elogiada por la crítica y de recibir premios de la Academia, MALAMBO no obtuvo el favor del público y, años después, en las valiosas entrevistas brindadas para el Reportaje al cine argentino, los pioneros del sonoro, tanto Delia Garcés como de Zavalía aludían a esa circunstancia. “A mí no me gusta lo panfletario” decía el realizador. “MALAMBO no es panfletaria. Es, simplemente, un problema de hacheros y patrones bandidos, que existen y existirán todas las veces en el mundo, en cualquier régimen que estemos. Todo estaba, me parece, presentado en una forma bastante poética; quizá fue ése el motivo por el que no fue un gran éxito de público. Porque si hubiera ido a lo panfletario, quizá hubiera funcionado”. Delia, por su parte, apuntó al grano de la cuestión: “Teníamos gran esperanza en... MALAMBO y no pasó mucho. Son esas cosas que si se ven ahora, quizá... y... no sé, o que hay gente a la que le atrae ahora más que antes, cuando se hizo”. Este concepto, traducido a la jerga actual, implica que el film estuvo adelantado a su tiempo. A través de diálogos, se explica que la sequía es provocada por la tala indiscriminada del quebracho que el Patrón y sus hacheros viene llevando a cabo desde hace años. De esta manera, así como en Hollywood el western clase B comenzaba a insinuar el tema preservacionista y ecológico, por ejemplo, en un film menor como HIT THE SADDLE (Caballistas de la sierra-1937), en Argentina MALAMBO expuso en pantalla y sin sutilezas los peligros de la deforestación.
En una valiosa aportación teórica, Di Núbila explica en su Historia del cine argentino un concepto que se aplica a muchos films argentinos. Asumiendo que la presentación del personaje y su conflicto bastaba para involucrar al espectador, el realizador dejaba de lado algo que Hollywood, como norma, no perdía ocasión de insistir: la puesta en pantalla de episodios que sirvan como motivación a las conductas de sus personajes. En MALAMBO pasa algo de eso, porque “no elaboró sus fundamentos dramáticos y psicológicos, los dio por sobreentendidos. Grave error narrativo”. Y, a pesar que a la copia vista le faltan casi veinte de los 99 minutos que tenía al momento de su estreno, el enamoramiento entre Malambo y Urpila se opera casi sin desarrollo. Tampoco queda muy clara la invulnerabilidad del personaje cuando avanza contra el capataz y su caída frente al Patrón. También se echa en falta algún apunte sobre posesividad materna, ausente en los conflictos. Vista ¾ de siglo después de su estreno, MALAMBO reviste un interés y una fuerza lírica que supera su falta de sostén psicológico. Y es que sus personajes son arquetipos. De cualquier manera, el anciano narrador, sella su relato con una estupenda sabiduría campera que sintetiza no solo el drama de seres humanos sino también de dioses mitológicos: “Cada uno vive preparando su propia muerte, como cada pájaro vive haciendo su propio nido”. [Cinefania.com]
Calificación Cinefania.com:
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Reparto Ver créditos | |
Delia Garcés Delia Garcés (1919-2001) | ... Urpila |
Oscar ValicelliOscar Valicelli (1915-1999) | ... Malambo Taboada |
Milagros De La VegaMilagros De La Vega (1890-1980) | ... Madre de Malambo |
Orestes CavigliaOrestes Caviglia | ... el Emponchado |
Alberto BelloAlberto Bello | ... Soria |
Nelo Cosimi Nelo Cosimi (1894-1945) | ... el Patrón |
Mariana MartíMariana Martí | ... la Negrita |
Tito AlonsoTito Alonso (1926-1979) | ... el Aguaterito |
Lucía BarauseLucía Barause | ... 3ra. Vieja |
Margarita Burke Margarita Burke | ... 1ra. Vieja |
Marino SeréMarino Seré | ... Baldivia |
María GoicocheaMaría Goicochea | ... 2da. Vieja |
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